Miguel Martín Mendoza murió martes mediodía en Monte Manuel Machado , Madrid el mes de mayo en la madrugada. Murió misteriosamente maldiciendo muchas manganillas de su manceba mulata megalómana melindrosa, María Márquez Manzo-marroquí- muerta de malaria en Mozambique. Miguel manifestó menudas molestias, meningitis y micosis. Dejando sin mentor sus mascotas; un macaco, un marrano y una marmota.
Su macaco macero malhablado machacaba medicinas molesto por migrañas mientras meditaba en la muerte de Miguel, mandamás maravilloso.
Maria Mónica Medoza, magnánima madrina del macaco y la musaraña Mireya e s mazmorra desde Monterrey mudaron. El malévolo matasanos Manuel Mijares Maldonado desde Matehuala, el maestro madrugador musculoso Melchor Morelos Machado motorizando su moto desde Montreal a Manhattan marchó a Madrid.
Marcela Malpica y sus madrinas Macarena y Maribel Manterola migraron de Mexicali. La modista Marisela Mondragón quien mandaba en Malasia una mansión mandaba manejando un Mazda morado y Mauricio Manrique manirroto y mantenido por su mamá manejando un Mustang mamey.
Su misericordiosa madre y el misterioso maquiavélico militar Mayor Matías Macedo de Macuspana, el marinero macanudo Marco Misael Munguía Malvido de Minessota.
Mónica motivaba a Marcela. Macarena y Maribel menospreciaban al marinero que era manco y mentecato y a su mujer menuda y modesta Madona, con su manta magenta Max Mara y su maleta MiuMiu mostaza, y mocasines marrón monitoreaba un mapa mundial.
Mónica mencionaba que el marinero y Magdalena eran misericordiosos, maduros y magníficos, no menesterosos ni malcomidos.
El macaco malnutrido y malpensado maniobraba la merienda mientras el marrano mantecoso y mugroso manufacturaba una mandolina y una mesa de madera y la marmota medrosa y mareada merodeaba mitigando su mohína.
La marmota mortificada con madejas de mocos seguía mareada y el matasanos mezcaba mentas con magnesia para moderar su malestar de membranas; había mandcado muchos miles de maníes y molletes que e molaban y malnutrían.
El miserable marrano mordía mangs con mayonesa; masticaba con la mandíbula maciza, esperando magia o milagros meditando un magín con Miguel y martinis de manzana.
El macaco quería moverse a la morada de la modista mexicana en Mazatlán y no estar mucilaginoso, miserable, sin el macilento marrano. La modista no meditaba en mandarlo y mantenerlo en Mazatlán; el macaco mundano, moderno y minucioso era malhablado maloliente y malcriado.
La modista mimaba a la marmota. EL Mayor Matías Macedo mujeriego, mandón magnánimo, mandó al macaco maniaco y mañoso a su morada en Minatitlán, pero al macaco mosqueado lo motivaba Mónica y máquinas mecánicas con millones co el manirroto de Mauricio Manriqe.
La marmota mejor{o su malestar y se mudó a una mansión majestuosa en Montpellier y su maridó con una muñeca muy maja, musa de su música que movía la matraca con maravillosa melodía.
El marrano marchó a México con el macanudo marinero Marco Misael Munguía y Magdalena, quienes migraron de Minessota a Michoacán. Montaron un mezanine en Mazaryk y mercadearon móviles, maquetas, macarrones y mangueras. Los manifestantes con machetes marchaban y al marrano molestaban. Magdalena toda llena de mal y manía.
Macarena y Maribel miraban al matrimonio Munguía Malvido y al marrano con un monóculo desde el marco de su morada; martirizadas y molestas movían la mandíbula murmurando majaderías.
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