martes, 27 de octubre de 2009

Obama...Entre el cambio y la continuidad















Mucho se ha dicho y escrito a últimas fechas sobre el Presidente de los Estados Unidos de América Barack Obama. Hay quienes muestran su apoyo y reconocimiento en tanto un líder nato que representa una nueva generación y por ende una nueva agenda y forma de hacer política, y lo enaltecen en el entendido de que es él quien ha retado a los políticos norteamericanos de la vieja escuela. Del otro lado, también se cuenta el grupo de los grandes detractores, específicamente Republicanos recalcitrantes, grupos racistas y los sempiternos conservadores del régimen. No ha de dejarse fuera un tercer grupo; el de los escépticos que ponen en duda que su discurso de cambio y coyuntura no sea o haya sido más que una estratégica mercadotécnica sin intenciones –o posibilidades- reales de hacer cambios de profundidad. El 4 de noviembre Barack Obama se convirtió en el presidente número 45 del país más poderoso en el orden mundial actual, por lo cual ninguna de sus palabras o discursos pueden leerse o comprenderse como factor del azar o la casualidad, especialmente y en el caso que ocupa estas líneas : su discurso de aceptación a la Presidencia. De acuerdo a Chilton y Shaffner no puede haber política sin lenguaje, de hecho “el acceso al discurso público es un recurso vital del poder”; el control de la élite en el poder se ejerce a través del control del contexto; es decir, permitiendo o prohibiendo su participación en él, los roles que juegan a quienes les está permitido participar (quienes hablan y quienes escuchan). Analizar y desentrañar los elementos recurrentes utilizados por Obama durante su toma de protesta muestra cómo se construye a si mismo a la par que manifiesta y moldea el contexto sociocultural donde está inscrito. La presentación comienza con una referencia que será constante a lo largo del discurso; los ancestros, eludiendo a que él, Obama está consciente de los sacrificios que éstos realizaron a lo largo de la historia. A lo largo de los casi veinte minutos que dura su intervención vuelve a referirse constantemente a los hombres y mujeres que en su anonimato construyeron el camino a la prosperidad y libertad. Del mismo modo es recurrente su referencia a los “Padres” y “documentos” Fundadores”, en un tono ceremonial donde la Historia Nacional se convierte casi en una Historia Sagrada (Destino Manifiesto). De hecho durante todo el transcurso, el orador deja casi el tono político para convertirlo sutilmente en un tono cuasi religioso…el juramento como presidente deja de entenderse como una misión social o política y se convierte en sagrada (This is the meaning of our liberty and our creed - why men and women and children of every race and every faith can join in celebration across this magnificent mall, and why a man whose father less than sixty years ago might not have been served at a local restaurant can now stand before you to take a most sacred oath). Aquí se descubre una constante no sólo en el discurso de Obama si no en el discurso de la política estadounidense, el tema de “Dios”. La libertad de credo no exime que el gobierno norteamericano históricamente –tanto demócratas como republicanos- ha recurrido a la idea de Dios como un instrumento legitimador llevando la idea más allá: Dios está del lado de los estadounidenses. Todo el discurso tiene un tono que indica, invita y expone el cambio como inevitable, Obama se constituye en coyuntura. Empero, no deja de agradecer a su antecesor, el presidente Bush su servicio a la nación, así como su generosidad y cooperación durante la transición, en reiteradas ocasiones habla de las “malas decisiones”, los cínicos que han conducido al fracaso colectivo, aprovecha para poner el dedo en la llaga: las recriminaciones y los dogmas han sido contraproducentes; de esta forma el discurso político y diplomático-el agradecimiento a Bush- busca una ventana a la crítica del adversario: el sistema como tal es inviable- los programas de salud de educación deben replantearse- para que el ciudadano “vuelva a creer” en el gobierno. Admite la crisis actual; la guerra, la económica fracturada, el calentamiento globaldonde el riesgo es ya una realidad; la sentencia: las nuevas generaciones deberán bajas sus expectativas. Sin embargo su liderazgo sale a flote y no plantea las críticas en tono dramático, si no más bien constituyéndose a si mismo como el líder que encabezará un cambio inevitable, que invita a su pueblo a aceptar los cambios a partir de los valores que los han caracterizado por años, como el “pueblo elegido. Sin ánimo reduccionista ni frívolo, en varios momentos Obama evoca el famoso discurso de Martin Luther King, de 1963, si bien como una versión “light” del mismo, donde se refiere a la promesa de la igualdad y la libertad de todos los hombres y dónde él mismo se constituye como el mejor ejemplo del triunfo de una minoría. En este sentido, me atrevo a hacer un paralelismo, pues Obama dice que hay quienes cuestionan la dimensión de sus ambiciones o planteamientos y que habría que conformarse con lo asequible en el sistema (sus detractores), tal y como en su momento Luther King, en el citado discurso se refiere a quienes cuestionaban hasta cuando los idealistas estarían conformes. Así, Obama se erige también como el “eterno idealista” que no se contentará con lo que el “sistema” le permita. Se sabe que Obama antes de fungir como Senador por el estado de Illinois trabajó como abogado en causas sociales y eso le ha valido que la población lo asuma como uno de ellos y no como un miembro más del sistema. Derivado de ello, cabe destacar que en el segundo párrafo del discurso al hablar sobre los éxitos de América (sic), el presidente electo se refiere a que los mismos, no sólo se deben a las habilidades y visiones de quienes gobiernan si no de “Nosotros el Pueblo” quienes nos hemos apegado a nuestra fe y nuestros ideales…”, Insisto: Obama se presente como un líder que proviene del mismo pueblo que ha trabajado y luchado y no como una cabeza del sistema. De ahí su legitimidad para impulsar “el cambio”. En la misma lógica, y al presentarse como “uno más”, de hecho como miembro de una minoría, obtiene cierta “autoridad” para hablar del tema, de ahí encuentra la ocasión para hablar del potencial de Estados Unidos como un país que conglomera minorías raciales y específicamente de credo, haciendo énfasis en cristianos, musulmanes, judíos e hindúes. Al dejar esta línea al aire prosigue con un mensaje al mundo Musulmán que juega un papel fundamental en la política exterior actual del hegemón. Sin embargo, pareciera que la mención a la diversidad de fe es un pretexto político, dejando de lado la diversidad racial y por ello no hace referencia alguna a la minoría latina que reside en su país. Lo anterior se liga directamente con la misión sagrada en la historia de Estados Unidos: quienes culpan a Occidente por sus problemas, quienes disienten están en el lado incorrecto de la historia. To those who cling to power through corruption and deceit and the silencing of dissent, know that you are on the wrong side of history; but that we will extend a hand if you are willing to unclench your fist.- Obama utiliza un lenguaje plástico, fresco, lustroso. Gran orador, a veces parece más una estrella de rock que el político del país más poderoso del orden mundial. ¿Será demasiado cool para ser un verdadero político? Empero, utiliza sabiamente las formas clásicas de la retórica e incluye en su discurso viejos elementos a su alcance, que ya anteriormente otros presidentes estadounidenses han usado ampliamente: la idea de Dios, la misión histórica de Estados Unidos, la idea de una lucha perenne por el bien y la justicia. Aunque marca el cambio, al hablar de tolerancia, de nuevas formas de hacer acuerdos y políticas defiende tajantemente el estilo de vida americano (We will not apologize for our way of life, nor will we waver in its defense…) Obama es el cambio pero a la vez la permanencia de viejos mitos.

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